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Mitos y Leyendas

* No solo los perros lamen*

LOS VIEJOS DE YOUNG (Rio Negro-Young-Uruguay)

 

Él era un tipo sumiso, paciente, que se había pasado toda la vida sin esperar nada, ya fuera de su esposa o de su trabajo como peón rural. Ella, sin embargo, había sido una mujer autoritaria y enérgica, madre de cinco y abuela de unos cuantos más. A los dos se los conocía en la ciudad de Young como el viejo y la vieja Aquino, llevando a cuestas casi ochenta años de edad.


Vivían en un rancho pobre que se encontraba a kilómetro y medio de la ciudad, situado en un camino vecinal. Allí, los escasos vecinos eran testigos de los malos tratos continuos que la mujer le daba al viejo Aquino, gritándole constantemente y tratándolo de inservible desde las épocas de su jubilación. El espectáculo, según contaban en el pueblo, era bastante penoso, porque el anciano era sometido a una humillación permanente que parecía soportar con estoicismo.

En el mes de diciembre de 1988 el calor parecía fundir la ciudad de Young, convirtiendo las tardes en un concierto continuo de chicharras. El viejo Aquino decidió tomar su bicicleta e ir hasta al BPS a cobrar la jubilación, con el objetivo de comprar a su vuelta algunas cosas para la cena de Navidad.

Se prendió el pantalón con un palillo de ropa, se acomodó un sombrero viejo y sucio y antes de encarar el kilómetro y medio le preguntó a su mujer si quería algo especial para la Nochebuena.

La vieja era fanática de los dulces, pero los estragos que había causado la edad en su dentadura no le permitían demasiadas concesiones, por lo que le encargó a su marido un par de turrones blandos.

A las dos horas, el viejo Aquino regresó con un surtido modesto, suficiente para una cena navideña de dos personas. La mujer lo esperó a gritos a causa de la demora, tal cual era la costumbre, pero el anciano no soltó una sola queja.

El 24 de diciembre sacaron al aire libre una mesa de madera, un par de sillas, un poco de carne, una botella de vino y los dos turrones prometidos para el postre.

Llegado el momento del dulce el griterío recomenzó, más fuerte que nunca. El viejo Aquino, despistado como siempre, se había equivocado en los mandados: había traído dos turrones semiduros, imposibles de comer para su esposa.

Los vecinos no podían creer que la mujer fuera incapaz de perdonar al anciano, sobre todo, teniendo en cuenta una fecha tan especial como la Navidad. Los insultos y quejas alcanzaron tal intensidad que el viejo se levantó de la mesa y se metió al rancho.

A la medianoche comenzó la fanfarria navideña. Mientras volaban las cañitas y se multiplicaba el estruendo de los fuegos de artificio, dos estampidos pasaron desapercibidos en la algarabía vecinal.

El viejo Aquino, cansado de una vida de sufrimiento y humillación, había puesto su vieja escopeta recortada sobre la frente de la mujer, disparando una vez a quemarropa. Luego giró el arma y apretó el gatillo por segunda y última vez, acabando con su vida.

El cuento no remite a una simple crónica policial, ya que hasta el día de hoy la leyenda recorre las calles de Young. Cualquiera que pase un 24 de diciembre por la entrada de la casita, todavía deshabitada, podrá ver una mesa con dos ancianos comiendo, tomados de la mano y brindando a las risas por la Navidad. Parecen tan enamorados como en el primer día de su noviazgo, formando una escena encantadora perturbada por un simple detalle: sus cabezas están parcialmente destrozadas por los balazos de una vieja escopeta recortada.

 

 

LA CAMINANTE ESPECTRAL (Montevideo-Uruguay)


Una noche fría y ventosa, cerca del cementerio del Buceo (algunas versiones mencionan otros lugares) un hombre vio mientras conducía en su auto a una muchacha joven y bonita al costado del camino.
La chica hacía dedo, y aunque el hombre no tenía por costumbre levantar gente en la ciudad, parecía tan agradable y desamparada que decidió subirla al auto. Iniciaron una charla amena y descubrieron al instante una sintonía inmediata. 
Pasaron buena parte de la noche juntos y al terminar la velada el hombre la llevó a la casa donde la muchacha indicó que vivía. Al día siguiente, el protagonista de nuestra historia descubrió que la joven había olvidado su bufanda en el auto. Se dirigió hacia allí y golpeó la puerta de la casa que la joven había señalado. 
Una pareja mayor abrió la puerta, y cuando el hombre intentó explicar el motivo de su visita, preguntando por la chica, el matrimonio reaccionó violentamente. ¿Cómo se atrevía un desconocido a burlarse de la desgracia ajena? ¿Cómo podía hacerles afrontar el dolor de la pérdida?
El hombre, que no entendía nada, intentó explicarse mejor y les mostró como prueba de su historia la bufanda. La pareja quedó helada, resolvió entonces hacerlo entrar a la casa y lo condujo a un cuarto. Allí, sobre una mesa, estaba el retrato de la joven que había levantado la velada anterior, abrigada por la misma bufanda que el hombre aferraba en sus manos. Sus padres le explicaron que la chica estaba muerta desde hace años y yacía enterrada en el cementerio cercano.

 

Comentarios

Existen varias versiones sobre esta leyenda, que muchos cuentan como un caso de un conocido cercano. En una de ellas el hombre simplemente lleva la joven a la casa y nada sucede entre ambos, excepto un número de teléfono que ella le da. Cuando el conductor llama a la casa, los padres le explican la situación mencionada. En otra variante popular, el hombre le presta a la chica su bufanda para que se abrigue y se olvida de pedírsela antes de dejarla en su hogar. Cuando regresa al día siguiente para reclamarla se repite la escena, sólo que esta vez los padres conducen al hombre al cementerio ante su incredulidad. Allí, descansando sobre la lápida, encuentra enrollada su bufanda.
La génesis de esta historia no es autóctona, aunque los lugares que se mencionan parezcan indicarlo así. El cuento de la “autoestopista” espectral recorre el mundo de las leyendas urbanas en todas partes del globo, aunque en versiones muy deformadas. En Estados Unidos se narra la historia de una pareja que recoge a un caminante que hace dedo, pero luego de pronunciar unas palabras enigmáticas sobre el fin del mundo, el hombre desaparece del auto cuando no lo están mirando. El “desaparecido” resulta ser un hombre ya muerto. Según cuentan, en Estados Unidos hay varias denuncias hechas a la policía por este incidente, denuncias jamás comprobadas. Otra versión, más cercana a la “uruguaya”, es también norteamericana. En ella , una adolescente con vestido de fiesta busca quien la lleva a casa en la ruta. Desaparece pero es identificada gracias a una foto como el fantasma de una joven que murió ese mismo día muchos años atrás.
Historias similares, aclara el estudioso Brunvand, están extendidas en todas partes del mundo, algunas de las cuales se mencionan por escrito ya en la década del ’40
 

El Perro extraño (Capital Federal-Argentina)

 

Cuentan en el barrio de La Boca, en la ciudad de Buenos Aires, que hace muchísimos años dos ancianos encontraron un perro abandonado. Sintieron lástima por el animalito que, pese a su aspecto extraño, los miraba con ojos de mucha ternura. Le dieron de comer y lo asearon, incorporándolo a la vida familiar.

 

Cierta vez el perro presentó síntomas de decaimiento y lo llevaron al veterinario para que lo atendiese. El facultativo, tras revisarlo, no pudo encontrar las palabras adecuadas para decirles a los afligidos amos que lo que habían recogido no era un tierno ejemplar de raza canina sino una enorme rata.

La dama vestida de negro (Santa Fe-Argentina)

 

En San Gregorio, localidad cercana a Venado Tuerto, Provincia de Santa Fe, sus pobladores relatan que una mañana de cerrada llovizna, un abastecedor del frigorífico Maru de Rufino encontró en la ruta 14 a una mujer vestida de negro que hacía el tradicional gesto de autostop. 

La llevó hasta la ciudad y cuando la dama se bajó, tras agradecerle por haberla acercado hasta escasa media cuadra de su casa, le dijo su nombre: Nancy Núñez. Poco después, el hombre se enteró de que Nancy Núñez había fallecido un año y medio atrás en un extraño accidente, cuando la avioneta que piloteaba su marido había perdido una de sus ruedas impactando en el auto que ella conducía, lo que le había causado la muerte instantáneamente. 

El sorprendido abastecedor descubrió también que el lugar en donde había parado para levantar a la mujer, entre Cristophersen y San Gregorio, era exactamente el sitio donde había ocurrido la tragedia que poco antes había conmocionado a la localidad. Otros testimonios dan cuenta de la misma aparición, en la misma ruta, a la altura del lugar del accidente 

El Pombero (Provincias-Argentina)

El Pombero es el más popular de los duendes de la región guaraní. Su nombre viene del verbo "pomberiar", que significa espiar. ,Protege la naturaleza y los animales y aves. Es un duende que anda por los bosques de las provincias del litoral, del Chaco y de Formosa a la hora de la siesta. Es invisible. Algunas versiones lo consideran muy bueno y piensan que siempre ayuda a quien le pide protección. En Misiones lo representan como un hombre alto con sombrero de paja y una larga caña en la mano. Otras versiones, que hoy parecen predominar, lo pintan como un petiso gordo, negro, peludo y feo; también como un enano fornido que camina con los pies hacia atrás. Pero también puede adquirir la imagen de un indio, de un árbol o de lo que sea necesario en el momento. Le gustan los huevos frescos y la miel del monte. Masca tabaco negro y suele dormir en los hornos. Cuando oye voces se esconde detrás de los árboles y espía para ver si alguien intenta hacer daño a un árbol o hacharlo. Imita la voz de los hombres para llamar a sus compañeros y alejarlos o también ladridos de perros. También es el genio protector de los pájaros. Si encuentra niños que ntentan cazar aves,espanta las presas con silbidos o gritos y sino se lleva a los niños lejos de sus casas y los abandona, muertos o atontados. Otras versiones dicen que les chupa la sangre hasta matarlos y los cuelga luego de un árbol. No hace ruido al caminar, por lo cual en algunas zonas de Corrientes recibe el nombre de Py-ragué, es decir, pies velludos o pies con plumas. Conviene dejarle cerca del rancho un poco de tabaco para que masque. Para lograr ahuyentarlo hay que colocar un diente de ajo en cada esquina de la casa. Persigue a las mujeres, especialmente a las que no han sido bautizadas para poseerlas. Se dice que puede preñar a las mujeres solo con apoyar el dedo en su vientre. Se cuenta de mujeres embarazadas por el bombero, cuyo hijo nace muy parecido a éste.

Un Susto de muerte (Montevideo-Uruguay)

 

Cuenta la historia, ambientada a principios de siglo, que varios paisanos se hallaban tomando unas copas en un bar frente al Cementerio del Cerro. Bien entrada la noche, el alcohol ya había calentado los cuerpos y soltado las lenguas de unos cuantos, que envalentonados por la bebida espirituosa comenzaron a comparar su coraje y bravura. A uno de ellos, un poco más sobrio que los demás, se le ocurre lanzar a viva voz un desafío espeluznante, asegurando que ninguno se atreverá a realizarlo. La prueba consiste en pasar el resto de la noche sentado encima de una de las lápidas de cementerio, dejando como prueba su facón clavado allí. 
Uno de los paisanos, más valiente o más borracho que los demás, acepta el desafío y trepa –ayudado por los demás- las rejas del cementerio. Sus compinches acuerdan ir a esperarlo a la madrugada a las puertas del lugar. 
Llega la mañana y el hombre jamás aparece, por lo que los intrigados paisanos entran al cementerio a buscarlo. Lo encuentran muerto sobre una lápida, con el facón clavado sobre la misma junto a una esquina de su poncho. El hombre, al sentarse, había enterrado con su cuchillo sin darse cuenta un trozo de la tela. Cuando se quiso marchar sintió que alguien lo tironeaba de la ropa, y creyendo que un espectro reclamaba su cuerpo cayó al suelo fulminado por un ataque cardíaco, sin percatarse de que se trataba simplemente de su ponchoenganchado por el cuchillo. 
 

 

 

 

 

El Perro gaucho (Durazno-Uruguay)

 

En la década de 1960 y primeros años de la siguiente transitó por las calles de Durazno "El Gaucho", transformándose en verdadera leyenda viviente para los vecinos de nuestra ciudad como para los visitantes que tomaban conocimiento de su historia, ya que por su nobleza fue muy conocido y querido por el pueblo de esta ciudad.
Su dueño lo llamó "Gaucho", ambos vivían en la localidad de Villa del Carmen, y fueron muy unidos. Un día el amo se enferma y debe ser trasladado a Durazno para ser internado en el Hospital Dr. Emilio Penza de una enfermedad grave.
Fue entonces que el Gaucho quedó solo y se largó a caminar por el camino que recorrió su dueño. Cruzó bañados y arroyos, recorrió mas de 50 kilómetros de distancia hasta que llegó al lugar donde se encontraba su dueño internado, allí se quedó acompañándolo sin alejarse del lugar, porque él era su amigo de la vida. Los vecinos y personal del hospital lograron conocerlo por su inseparable presencia, su gesto de nobleza y sin rebeldía.
Cuando al tiempo de internación el amo fallece, en la sala se escucha al Gaucho llorar con remordimiento al igual que días atrás cuando su dueño se quejaba de algún dolor que sufriera.
Es aquí cuando se le ve el mayor gesto de nobleza y buen amigo para el hombre, porque aquel perro de pelo casi oscuro y de ojos tristes lo acompañó durante su velatorio y hasta el lugar donde recibiuría santa sepultura.
Mas de 30 días el Gaucho custodió aquella sepultura para luego salir en las mañanas a recoger algún alimento que el pueblo le brindara. Recorría calle Rivera, Plaza Artigas, La Picada y algunas veces 18 de Julio, para volver de tarde otra vez junto a la tumba de su dueño allí en el Cementerio.
De esta manera vivió mucho tiempo, haciéndose querer por la gente y los niños. Pero la vida a él también se le termina, es hallado en las proximidades de la Plaza Sainz en el Barrio Varona ya sin vida, dejando para Durazno una rica historia de amigo fiel.
El pueblo de Durazno le ha rendido su merecido homenaje labrando un monumento en bronce para que jamás sea olvidado, el que se encuentra al frente del cementerio local.
 

Testigos



Según la gente era un perro mediano y cruzado con ovejero alemán. Todo empezó cuando un peón rural se enfermó y lo trajeron para el Hospital. Su único amigo y, tal vez, familiar era el perro, su amigo fiel, que lo acompañaba en todos los quehaceres rurales. Estuvo siempre a su lado, lo ayudó a arrear los ganados. Viendo que a su amo lo llevaron, corrió tras él, venciendo miedos y distancias, cruzó campos, bordeó arroyos y no le importó si le pasaba algo. Tenía que estar junto a su amo.
Cuando llegó se ganó denajo de la cama en que su amo se debatía entre la vida y la muerte. Muchas veces quisieron correrlo, pero su amor era muy grande. Siempre estuvo debajo de la cama hasta que un día de frío invierno muere su amo. "El Gaucho" pareció enloquecer, aullaba, lamía la mano de su amo y, viendo que él continuaba inmóvil, aullaba.
Cuando llevaron su amo al cementerio él fue detrás, siguiendo como lo hacen las personas cuando pierden un familiar querido. Estuvo varios días sin comer junto a la tumba de su amo aullando y sufriendo por el amor que sentía por su amo. Recorría toda la ciudad y toda la gente que lo conocía hablaba de él y lo respetaban, donde quiera que el fuere lo recibían y le daban de comer. Todo Durazno supo de este perro. Varios trataron de apoderarse de él, dándole comida pero él nunca aceptó. Comía y así como comía se iba, y su rumbo era uno solo, el cementerio. Él era un perro manso, pacífico, siempre se le veía de un lado a otro pero cmom a un caudillo a quien todos siguen por sus ejemplos.

(Martha Lobelcho)

Yo tuve el privilegio y la suerte de conocer a El Gaucho, fuimos amigos. ¿Quien en Durazno no era amigo, camarada, un poco dueño de El Gaucho?.
Por mi trabajo madrugaba yo a las 5:30 de la mañana y me trasladaba a mi puesto de trabajo en Radio Durazno. Iniciaba la transmisión a las 6, hacía los trabajos previos que se necesitan para inciar la transmisión, aprontaba el mate y me disponía a trabajar y a esperar a mi amigo. El zaguán estaba abierto de par en par, al rato sentía la puerta de vidrio moverse y lo veía llegar, su caminar cansino, satisfecho como esos noctámbulos, amantes de las madrugadas. Recorría el trayecto del vestíbulo a la cabina, despacio, olfateando por cumplir, entraba, acercaba su cabeza a mi falda y me miraba profundamente. Yo lo saludaba, como era costumbre: "¿madrugó Gaucho?", o por el contrario "¡qué tarde que vino!". El revoleaba la cola en señal de afecto, daba unas vueltas y se echaba a mis pies debajo de la consola.
Dormía hasta las 10 y luego se marchaba despacio, como había llegado. De casualidad aceptaba comida. En su recorrida por los bares era siempre invitado, todos guardaban algo para "El Gaucho". Y así mañana tras mañana hasta que no volví a verlo mas.
Un recuerdo mas. Cierta noche festejábamos, con los compañeros de la radio, un cumpleaños en "El Grillo". En ese restaurante a las 12 de la noche hacía parada en su viaje a la ciudad de Artigas una compañía de ómnibus. Recuerdo que bajaron los pasajeros, pidieron café o algo fuerte por el frío y se arremolinaron en el mostrador a charlar y dejar pasar unos minutos. De pronto entra "El Gaucho" derecho a la cocina, con su pachorra conocida. Uno de los viajeros al verlo lo insultó y le pegó una patada que hizo gemir al perro. No había bajado la pierna cuando recibió una trompada que lo incrustó debajo de una mesa y la amenaza de linchamiento de los parroquianos duraznenses si no se retiraba. "El Gaucho" era un amigo, y la patada y el lamento eran una ofensa.
Así era querido "El Gaucho", y todos los que lo conocimos lo tratamos y llegamos a quererlo como algo nuestro, hoy lo recordamos y disfrutamos en el cariño de nuestro perro.

(M. Gloria Belén)
 

*El lobizon*

Un Poco mas del lobizón 

También conocido en otras regiones sudamericanas como lobisón, lubisonte, luis rufino malo y luisón.

Es un equivalente al sinónimo sudamericano del hombre lobo europeo. 

La leyenda dice que el lobizón es el séptimo y último hijo de Tau y Kerana, en quien sobrecayo la mayor maldición que pesaba sobre sus progenitores (esto último, según la Mitología Guaraní), que en las noches de luna llena de los Viernes; y/o Martes se transforma en un “animal” que mezcla las características de un perro muy grande y un hombre (otras veces, también, mezcla las características de un cerdo). 

Para la transformación, el maldecido, comienza sintiéndose un poco mal; por ejemplo comienza sintiendo dolores y malestares, luego , presintiendo lo que va a venir, busca la soledad de un lugar apartado, como la partes frondosas del monte, se tira al suelo y rueda tres veces de izquierda a derecha, diciendo un credo al revés. El hombre-lobisón se levanta con la forma de un perro inmenso, de color oscuro que va del negro al marrón bayo (dependiendo del color de piel del hombre portador de “la maldición” ), ojos rojos refulgentes como dos brasas encendidas, patas muy grandes que son una mezcla de manos humanas y patas de perro, aunque otras veces, también tienen forma de pezuñas y que despide un olor fétido, como a podrido. Luego se levanta para vagar hasta que caiga el día. Cuando los perros notan su presencia le siguen aullando y ladrando, pero sin atacarlo, por donde vaya. Se alimenta de las de heces de gallinas (por eso se dice que cuando el granjero ve que el gallinero está limpio, es porque el lobizón anda acechando por el lugar), cadáveres desenterrados de tumbas y de vez en cuando come algún bebé recién nacido que no haya sido bautizado. El lobizón es reconocido porque: 

Son hombres flacos y enfermizos, que desde niños, fueron personas solitarias y poco sociables 

Cae siempre en cama enfermo del estómago los días después de su transformación. 

El hechizado vuelve a su forma de hombre al estar en presencia de su misma sangre, así, al ser cortado, recuperará su verdadera forma. Pero se vuelve enemigo a muerte de quien descubre su sagrado secreto y no se detendrá hasta verlo muerto. 
 

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